La Esquina de Xipe
Eduardo Añorve Zapata
Para I threes
Andrés Manuel López Obrador es un líder nacional, tal vez uno de los pocos líderes que ha construido su carrera política por su cercanía con la gente, con los pobres del campo y de la ciudad, con los que menos tienen, y con las llamadas clases medias, además de que ha sabido rodearse de personas inteligentes, pensantes, críticas, propositivas, como Elena Poniatowska, por ejemplo.
Andrés Manuel es un seductor de la política, no sólo por su carisma sino por su atinada sensibilidad, que lo ha hecho entender lo que pasa en el país y tener respuestas sistematizadas y pertinentes para los grandes problemas que padecemos los mexicanos. De hecho, es el único político que tiene un diagnóstico claro y preciso de la realidad nacional, conseguido después de visitar municipio tras municipio durante estos años en que el poder político y económico, a través de los medios masivos de comunicación, particularmente el monopolio televisivo, ha intentado desaparecerlo de la memoria de los ciudadanos. Si hay alguien popular en México es Andrés Manuel, más allá de los resultados de las encuestas que servirán para orientar al PRD sobre la decisión de elegir a su candidato para la contienda por la presidencia de la República en 2012: la población lo sabe, por ello lo sigue, tiene esperanzas en que él podrá darle un giro al manejo del país, lejos de la corrupción, cerca de la austeridad, en pro de todos; por ello, primero lo pobres, como plantea.
En este espacio, en otras ocasiones ha argumentado que las debilidades del equipo de trabajo de Andrés Manuel son las nuestras: no estamos preparados, como ciudadanos, como sociedad, para acompañar dignamente este liderazgo y conseguir llevarlo al gobierno de la República. El Morena es una esperanza para buscar y conseguir la transformación radical, de raíz, de nuestra vida pública, y en ese movimiento Andrés Manuel y muchos, miles, tal vez cientos de miles de personas han invertido inteligencia, dinero, tiempo y más cosas para consolidarlo e integrar un equipo, una estructura que garantice la participación masiva de los ciudadanos en el próximo proceso electoral y, sobre todo, garantizar el triunfo. De hecho, la mera existencia del Morena es una transformación en el modo de hacer política en México, Morena es un movimiento realmente histórico.
Por ello es sorprendente, irritante y hasta parece una broma de mal gusto que gente como Jorge Sandoval Melo sea no sólo integrante del Morena sino que tenga y haya tenido cargos y comisiones en el movimiento lopezobradorista en la región. El talante oportunista de Sandoval Melo puede incluso documentarse a través de sus “desplegados” en la prensa para llamar a la gente a sumarse al Morena. Es curioso, bien visto, en algo se parecen Sandoval Melo y su jefe Efrén Adame Montalván: ambos utilizan el dinero para proyectarse políticamente, más allá de la ausencia de prácticas políticas congruentes. Habrá que ver si ese dinero es propio o prestado del erario. Si uno mira, por ejemplo, los últimos desplegados pagados por Sandoval Melo para promoverse como apoyante de AMLO en la Costa Chica queda claro que el hombre, el pobre hombre y energúmeno, cree que eso es hacer política: darse a conocer amparado en la sombra de un líder, de un hombre popular como Andrés Manuel. Por lo demás, es mandar a la basura todos los planteamientos de éste y del Morena sobre el cómo hacer política y ante quienes: ante la gente, de modo cercano, estableciendo un lazo de confianza, atendiendo y entendiendo el modo de pensar y sentir de la gente, conociendo sus necesidades, convirtiéndose, a la vez, en un líder, emulando a aquel. Y si exigimos un poco, debería ser un insulto o un agravio para Andrés Manuel que alguien tan oportunista y prepotente (como acaba de mostrarlo) ligue su nombre al de él, aunque la gente que lo conoce sepa que el talante moral de Jorge no se equipara con el del ex candidato presidencial. También es una muestra del culto a la personalidad, este tipo de publicaciones: El sujeto es él, más allá de que incluya el nombre del otro. Pienso, por ejemplo, que la media página que paga Sandoval Melo para promoverse vía AMLO podría utilizarse para difundir las propuestas y los planteamientos del Morena, los mensajes de AMLO, no sé, cualquier cosa que promueva la organización del movimiento, de la ciudadanía en torno a sus propuestas, etc. Estas acciones muestran que Sandoval Melo tiene privilegios, es decir, no es sólo un militante más sino que puede darse el lujo de pagar para parecer ante los ojos de los demás como un hombre comprometido, no con el movimiento, no con la gente, sino con el líder. Aparte, lo hace aparecer como un barbero –y no de los que afeitan motilan y hacen versos–, como un adulador frívolo del líder nacional, como un “quedabien”, y eso denota que no hace trabajo político a favor de aquel, es decir, trabajo a ras del suelo, sino en imagen. O sea: no le gusta ensuciarse las manos. Es curioso: antes se hablaba de izquierdistas de café, ahora puede hablarse de izquierdistas de desplegados, de declaraciones. ¿O no, Jorgito?
Que Sandoval Melo haya golpeado a un reportero es sólo una consecuencia de su talante autoritario. En Barajillas, por ejemplo, donde tiene tierras, vecinos suyos se quejan de que es un “caimal”. Y no sólo lo califican como autoritario sino como poco solidario, como abusivo, como aprovechado, y algunos de ellos tienen en claro que con él no van a ningún movimiento, aunque éste sea el Morena, y aunque ellos sean muy seguidores de AMLO: todo, hasta desertar del movimiento, menos cerca de él, dicen. Mal vecino y caimal, dicen. Hasta parece copia de Pinocho, el precandidato a la presidencia municipal de Cuajinicuilapa por el Morena. El episodio de la noche del lunes pasado en el palacio municipal de Ometepec, donde Jorge golpeó al reportero Imanol González Valverde, no sólo es un delito por la propia agresión, sino una pendejada cometida por un pendejo investido de autoridad: tolerancia, paciencia, mesura, buen trato, inteligencia, sensibilidad, etc., son algunas de las cualidades que no lo asistieron cuando asestó ese golpe, cuando cerró esa puerta, cuando machucó la mano de un joven, cuando le echó llave a la puerta, cuando se negó a abrirla para permitir que éste liberara su extremidad, etc. Y de seguro no terminó todo allí, porque ha de traer la cara dura y la boca también diciendo que él no fue, que todo fue un malentendido. En realidad, Jorge no tiene esas cualidades entre sus atributos. En realidad, allí mostró y demostró que no es un político, que no tiene vocación de servicio, que sólo es un pobre hombre con dinero suficiente para invertir en un movimiento que podría redituarle ganancias políticas. En realidad, con ese golpe, con esa actitud, Jorge le puso Jorge al niño, se delató en público.
Es obvio que AMLO no se ha de enterar de estas minucias, ocupado en asuntos importantes para él, pero sus cercanos, pero los líderes regionales y estatales, cuando menos, deben meter en orden a ese pobre hombre autoritario y golpeador que es Jorge Sandoval Malo, digo, Melo, y decirle que se vaya con sus autoritarismos a otra parte. Es obvio que Efrén va a protegerlo, sobre todo porque él también está acostumbrado a golpear, en sentido metafórico, a cuanto reportero no le guste o no diga lo que le gusta leer y escuchar, y menos si aparece publicado en estas páginas, a menos que lo adulen. Es obvio que Jorgito va a tener la desvergüenza de mantenerse en el cargo y patalear y alegar inocencia y mala fe de la prensa y de los reporteros, etc. Queda apostar que ese ente abstracto y amorfo que se suele conocer como opinión pública haga su parte denunciando estos hechos, comentándolos y pidiendo que ese pobre y golpeador y energúmeno hombre pague por ese delito, el de agresiones, además de abuso de poder y los que se acumulen, porque la mala leche no se castiga, excepto con el desprestigio. El prestigio de AMLO entre nosotros es grande, y no le ha de quitar ni un pelo este hecho nefasto, perpetrado por este energúmeno que cogobierna Ometepec, pero sería una buena señal, un apretón de la esperanza que tenemos sobre el Morena, que este mal funcionario, que este mal hombre, que este mal político, que este mal compañero, que este mal militante permanezca allí.
El Faro de la Costa Chica, 16 de noviembre de 2011
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