CONCIENCIA CIUDADANA.
Raúl Méndez Díaz.
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VOTO DE CASTIGO.
Como nunca en la historia de Guerrero, el proceso electoral para elegir gobernador del estado en enero de 2011, ofrece un panorama con características especiales, entre las que destaca la distribución del poder entre los partidos políticos, en la administración pública federal, estatal, municipal y en el congreso local.
Todos los partidos políticos involucrados en esta elección, con o sin coaliciones, participan en mayor o menor medida en el ejercicio del poder, desde el mismo Gobierno del Estado, en delegaciones federales, en Cabildos municipales o en la cámara de diputados. En la actualidad, mucho abona al triunfo electoral, los resultados de ese ejercicio del poder; ahora la ciudadanía en general está muy bien informada y cada vez más exigente de que los servidores públicos desarrollen bien su trabajo y con humildad en beneficio de la población y no para beneficios personales. “El pueblo es el que manda”.
De las exigencias que cobran mayor relevancia está el trato digno a la gente en las oficinas públicas. Ahora los ciudadanos ya no se callan y sin tapujos reclaman de frente su inconformidad de que solo en épocas de campaña los saludan de mano y “a ras de piso”, los abrazan, los besan y “apapachan”, bailan y cantan con ellos en amenas convivencias; es algo parecido a una “luna de miel”, que generalmente se termina cuando se llega al poder y eso se demuestra en la actualidad con muchos presidentes municipales, síndicos, regidores o diputados, que pronto se olvidaron de esa cordialidad y camaradería demostrada en su campaña electoral y que una vez que llegaron a la silla anhelada, se han olvidado de quienes con su voto los hicieron ganar.
Cotidianamente se escuchan voces de inconformidad de que muchos representantes populares ni siquiera otorgan el mandato constitucional de la audiencia; las quejas son al por mayor de que se encierran a piedra y lodo en sus confortables oficinas y la atención al público se realiza con una rigurosa y elitista selección. En las salas de espera suelen escucharse expresiones de inconformidad e impotencia de que ya son “unos paquetudos”, “ya se les olvidó” “ya no nos conocen”; eso cuando menos, pero en otros casos, los recordatorios familiares no solo se piensan, sino en varias ocasiones se expresan sin recato alguno para los “jefes” o subalternos, auxiliares o secretarias, o para cualquier “servidor público” que no atiende o lo hace de mala gana, en forma grosera; lo mismo en oficinas o en hospitales o en centros de salud, en fin, en cualquier área de servicio público.
Todo eso, repercute en el ánimo de la ciudadanía, que en los procesos electorales tiene la sartén por el mango y con facilidad se desquita con su voto de castigo, no para quien se la hizo, pero sí para el candidato o partido que se la pague. La gente también se molesta de la actitud de los que portando calcomanías de los candidatos en sus vehículos, actúan con arrogancia y soberbia y es cuando se oye: “si así se portan ahora, cómo serán cuando ganen”. En las elecciones se tienen que cuidar hasta los detalles más insignificantes; la gente ya está hastiada de la simulación, del engaño y de la soberbia y tiene un arma muy poderosa que se debe evitar: el voto de castigo.
“TODOS POR UNA MEJOR CONCIENCIA CIUDADANA.”
mendezdraul@hotmail.com
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