Escrito por Euclides Lacuña
Noticias - Opinión
Lo primero que vino a mi mente después del impacto recibido al conocer la noticia de la muerte de Jorge Salvador Aguilar, fue la lejana portada de aquel Sur que en ese entonces aparecía semanalmente y en el cual colaboramos ambos casi desde su aparición como medio de información en Guerrero, al cual ambos contribuimos a formar, a la vez que el periódico nos formaba como opinadores sobre temas de interés público.
Con el recuerdo, la tristeza llegó de golpe. La portada de El Sur, muestra a Jorge Salvador Aguilar al frente de una columna de marchistas por la paz y la libertad de presos políticos en Guerrero pasando frente al pueblo de Xalitla, por la carretera federal Chilpancingo-Iguala, rumbo a la ciudad de México. Jorge Salvador, al frente, avanza con muletas, sombrero calentano, y su inseparable bolsa-neceser colgada del hombro. La foto es de Susana Oviedo, e ilustra la primera plana de aquel Sur número 691, de la semana del 28 de julio al 3 de agosto de 1997.
El recuerdo me llegó desde el inconsciente, como suelen ser los recuerdos que tenemos pendientes o que significan algo para quienes los guardamos, pero que por alguna razón los mantenemos en el olvido, según nos explica Sigmund Freud en su teoría psicoanalítica. En un primer autoanálisis, creo que la primera plana de El Sur fue una asociación de ideas debido a los pendientes que yo tenía con Jorge Salvador: me había prometido que cuando viniera a Altamirano le regalaría esa primera plana, enmarcada.
Y pasó mucho tiempo, y al menos yo no supe que viniera a Altamirano antes de la presentación del libro “Camino al socialismo”, del médico Pablo Sandoval Cruz, en donde coincidimos como ponentes. En esa ocasión tuvimos la oportunidad de saborear un mezcal que a cuentagotas regalaba alguien con temor a que se le acabara.
Hicimos el compromiso de organizar una reunión en este mes de diciembre para componer el mundo y aprovechar un mezcal que se repartiera de forma más generosa. Ya no habrá oportunidad, por lo menos en esta vida, de hacer eso.
Jorge Salvador, era un convencido de que el desarrollo cultural sería la panacea para un cambio político en Guerrero y en México. Con ese fin nos reunimos él y un grupo de amigos como Antolín Orozco y Martín Mora, de Tlalchapa; Ángel Ramírez, y él, de Zirándaro; Mario Ruiz, Víctor Arias, Alfredo Gallardo “Gama”, de Altamirano; Rafael Charco Portillo, de Corral Falso, e Isaías Alanís, de Chilpancingo. Fue una reunión de octubre o diciembre del año 1998, en El Bodegón de Chavira.
De ahí surgió el Movimiento Cultural de Tierra Caliente, de donde salimos más tarde para constituir la Agrupación Pro Instituto de la Cultura de Tierra Caliente, con el mismo objetivo. Ese grupo, se inició también a expensas de Javier Mariano, que también ya se ha ido para siempre, como Alfredo Gallardo.
Cuando vino a Altamirano a la presentación de “Camino al Socialismo”, me anunció que estaba por salir su novela “El príncipe de Florencia. La invención del poder”, para lo cual tuvo que estudiar italiano y meterse a las entrañas de los escritos del genio político florentino. Acordamos que por él, nos coordinaríamos con el alcalde de Pungarabato, si así era su deseo, pues a él le interesaba la participación de la alcaldía. En nuestra agrupación aceptamos, y solo esperábamos la confirmación de la fecha. En Acapulco ya estaba programada la presentación, que ya se había llevado a cabo en el Senado de la república, en donde Jorge salvador era bien conocido por haber trabajado cercano a Armando Chavarría, cuando este era senador. En Morelia apenas se llevó a cabo la semana pasada bajo la coordinación de los zirandarenses radicado allá, con Antolín Orozco.
En Taxco ya estaba programada, y nos estaba dejando un espacio de tiempo adecuado para Altamirano.
Jorge Salvador, uno de los intelectuales más críticos y severos con el régimen gubernamental que recién salió, y por lo cual confrontamos ideas, mas no la amistad; un crítico duro, pero objetivo, del perredismo estatal entreguista que traicionó su propia historia. Jorge Salvador, el analista inteligente, el militante intelectual de izquierda, el que soñaba con un cambio real en el país, el zirandarense enamorado de su tierra, el idealista, el que confiaba en AMLO, con todo y sus errores, como la única alternativa viable para cambiar a México, el analista apasionado y comprometido con sus ideas, el promotor cultural, el hombre alegre, claro y directo, el amigo, el escritor y novelista, se ha ido en la etapa de producción intelectual más importante de su vida.
A su familia, a los amigos zirandarenses como Virgilio Bermúdez, Ángel Ramírez, Pepe Chávez, Ibeth Pineda, y otros grandes amigos de Jorge Salvador, mi abrazo fraterno.
Despertar del Sur, 13 de octubre de 2011
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