lunes, 31 de enero de 2011

Sobre los resultados electorales...

Gobernador habemus

Gustavo Martínez Castellanos
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A las 22:00 del domingo 30 de enero de 2011 el IEE Guerrero informaba con el 66 % de casillas computadas en todo el estado que Ángel Aguirre iba adelante en la elección cuya jornada había iniciado 14 horas atrás. La distancia que lo separaba de su único oponente, el doctor Manuel Añorve Baños, era de 15 puntos; mismos que iniciaron una tendencia irreversible que sólo variaría por centésimas hasta la una del mañana: a esas horas los principales distritos electorales del estado ya habían proporcionado la información correspondiente al cómputo de más del 90 % de sus casillas.
Así Aguirre ganaba en Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Taxco, Zihuatanejo y Ometepec; mientras que en los distritos VII Coyuca de Catalán, X Tasxco y XX Arcelia por una diferencia mínima Añorve iba adelante.
Mientras los datos variaban en la página del IEEG y el equipo de noticieros de RTG realizaba un excelente trabajo de información con una magnífica cobertura; a las 21:00 Manuel Díaz Balderas iniciaba un programa de análisis político con cuatro invitados. Uno de ellos, el doctor José Mayagoitia, analista político y ex presidente de la fundación Colosio en Acapulco, unos minutos antes del cierre del programa declaró: “No creo que haya motivos para que esta elección se tenga que resolver en los tribunales”. Su madurez política denota que existe un sector de priístas concientes de su papel político en beneficio de su sociedad y es un ejemplo a seguir por todo el priísmo. Guerrero merece que esta histórica jornada cívica culmine con ese ejemplo de honorabilidad.
A las 23:30 y con el 81 % de las casillas computadas –algunas, al 100 %- Aguirre Rivero ya podía decirse el 65º ciudadano en ascender a la primera magistratura de Guerrero y su 75º gobernador. Por segunda ocasión. Después de Inocente Lugo. La vida y la política le hacían justicia y le permitían, así, concretar el proyecto político que el interinato -que por el bien de Guerrero tuvo que aceptar a la caída de Figueroa- le había impidido realizar.
La importancia que el triunfo de Aguirre tiene en la historia de Guerrero es materia de un análisis profundo. Pasa por el ámbito de la psicología del guerrerense y toca, en todo, su ser cultural. También es una constatación de que Guerrero no está dispuesto a admitir más esa forma de gobierno cuyo modelo colapsó con la matanza de Aguas Blancas y que desde entonces se ha sostenido de los saldos ideológicos, los recursos económicos y las trapisondas electorales de un partido cuyo tiempo histórico, ya se ve, también toca a su fin.
Guerrero, aún inserto en el hito histórico que es el neoliberalismo no se ha despojado aún de la impronta primaria de su inadmisible atraso. En ese devenir, cuentan mucho su tenaz urbanización -cuando aún no supera sus características prístinas rurales- y la oleada tecnológica en la que se ha montado su juventud. Continúa, pues, siendo un epítome de contrastes. Desde esos ángulos, los retos de Aguirre como gobernador adquieren otras dimensiones. A futuro, su triunfo anticipa una nueva forma de hacer política. En lo inmediato, es la concreción del proyecto silente de un pueblo que ha proclamado que la violencia no es más la partera de la historia. Aguirre debe estar atento a todo ello.
En agosto le auguré el triunfo. Ahí está. Ahora estamos obligados a cuidarlo porque ha sido un triunfo social. De la pluralidad que somos. Y de Aguirre. Es de él y es nuestro.
En esta hora luminosa imagino la sonrisa de Guillermo Sánchez Nava…
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