jueves, 1 de diciembre de 2011

Sobre Zeferino Torreblanca y acusaciones en su contra

Yo, ciudadano
Z: vive
Gustavo Martínez Castellanos
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El retorno a la escena pública del ex gobernador Carlos Zeferino Torreblanca Galindo demuestra una vez más que en política nadie muere definitivamente. Su reaparición en Guerrero –toda distancia guardada- generó las mismas reacciones que su tocayo Salinas generaba cuando de pronto aparecía en México a unos meses de su autoexilio en Dublín.
El impacto que ocasionó su retorno fue tal que muchos medios y analistas recordaron atropelladamente su praxis como Ejecutivo estatal. Una muestra de ese impacto la dio El Sur –archirecontraenemigo jurado de Zeferino- que en la segunda línea del cuatro párrafo de la quinta columna de la página seis de su edición de este miércoles, lo vuelve a llamar “gobernador”. Aunque también podría tratarse de una estrategia publicitaria. Es El Sur.
Y no es para menos, la presencia de Zeferino en Guerrero se debe –aclaró- a que el gobierno de Aguirre lo acusa infundadamente de malversación de fondos públicos en su sexenio. Y a que El Sur lo acusa de ser candidato del PAN a la alcaldía de Acapulco; idea que, definió el ex gobernador, le parecía mejor que ser candidato a una senaduría.
Decida ser lo que decida ser, no puede pasarse por alto que la presencia de Zeferino en Acapulco aclara muchas cosas. Como el hecho de que las acusaciones y declaraciones en los medios en su contra sólo son eso: declaraciones y acusaciones. Éstas últimas, infundadas; porque de lo contrario, él no hubiera regresado, no hubiera hecho la reunión que hizo, no hubiera declarado todo lo que declaró. Ni anduviera tan tranquilo.
Cualquier ciudadano medianamente enterado de esas acusaciones, hubiera esperado que, en cuanto Zeferino asomara las narices en Guerrero, la Procuraduría lo aprehendiera. Pero eso no ocurrió. Eso demuestra que Zeferino está perfectamente enterado del estado que guardan esas acusaciones en su contra y del ánimo mediático que a través de ellas se pretende. Y de que López Rosas, ahora Procurador, otra vez no puede tocarlo.
Además, su regreso genera incertidumbre en el ámbito político local que se encamina a las elecciones del próximo año con candidatos casi posicionados. Para Acapulco, Walton, Rumbo, Fermín, Flores Maldonado y los que PRD y PRI decidan añadir o reposicionar. Con Zeferino en ese ánimo ¿qué partido lo apoyaría? ¿Cómo? ¿A cambio de qué?
Porque es evidente que él se sabe con plenos derechos para contender. Y todo mundo sabe que cuenta con la lealtad de un grupo que él ayudó a crecer política y económicamente y que hoy es dueño de muchas de las más rentables franquicias del país y de Guerrero. Con ellos y loas activos que acumularon en su sexenio, Zeferino puede regresar para quedarse.
Sobre todo porque ha roto con todas las usanzas políticas, como autoexiliarse en silencio. U obedecer “las tres cartas”. O reprimir cualquier aspiración política. Con él y con René Juárez, Aguirre tiene que reinventar la forma de hacer política en Guerrero para mantener el clima político apropiado para el desarrollo social y para unas elecciones pacíficas el año que entra. Hoy lo sabe: debe tener más prudencia.
Los analistas, por su parte, tendrán que abandonar la visceralidad. Si Zeferino está más vivo que nunca es porque ha sabido aprovechar el sistema político vigente y porque ha sido muy creativo. Es momento de que esos analistas también aprendan a leerlo y a traducirlo adecuadamente si en realidad quieren trabajar en favor de la sociedad suriana.
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